Donde las Serpientes Cambian de Piel

El Valle de Puebla antes de la fundación de la ciudad.

Cuando viajamos por México podemos preguntarnos sobre los nombres de los pueblos, las ciudades y las provincias, y descubriremos que muchas veces, las respuestas son interesantes y profundas, y nos hablan de una larga historia de ocupaciones, abandonos y conquistas, no solamente de la Conquista española, sino de las múltiples, muchas veces sanguinarias, conquistas de los grupos indígenas entre sí.

Así, se dice metafóricamente que la mayoría de los pueblos y ciudades de México tienen nombre y apellido. Casi todos estos nombres y apellidos hacen referencia a un santo español y a un nombre indígena, aunque últimamente, sobre todo desde que México es un país independiente, los nombres y apellidos de las poblaciones se refieren a héroes locales, eventos históricos y símbolos nacionales.

Alrededor de Puebla existen abundantes ejemplos: San Martín Texmelucan, San Andrés y San Pedro Cholula, Santa María Tonantzintla, Santa Ana Chiautempan (en Tlaxcala). En estos ejemplos, el nombre se compone de un Santo cristiano antepuesto al nombre indígena de la ciudad. Aún más importante es saber que, muchas veces, ese mismo nombre indígena es tan solo el más reciente de una serie de nombres que muchas veces desconocemos, porque los aztecas, conquistadores ellos mismos, se encargaron de borrar la cultura de aquellos pueblos a los que conquistaron.

Sin embargo, el uso de nombres de vírgenes y santos antepuestos a los antiguos nombres indígenas era una costumbre española que se impuso en ciertas zonas rurales, mientras que en grandes extensiones territoriales o en ciudades muy importantes, se optó de plano por utilizar los nombres de ciudades y provincias de España. Esto fue lo que sucedió con el nombre del país, México, que durante la colonia se llamó Nueva España, con ciertas provincias como el actual estado de Tamaulipas (de la lengua huasteca que significa “lugar donde rezan mucho”), que en la colonia se llamó Nuevo Santander, con la capital michoacana, que se llamaba Valladolid, con la capital Oaxaqueña, llamada Antequera, con Veracruz, Nueva Galicia (Jalisco) y un larguísimo etcétera.

Es verdad que la historia de estos nombres puede ser larga y confusa, y resultar a veces más curiosa que útil. Pero, dispuestos a ser curiosos, es también importante notar que, a través de esta historia descubrimos explicaciones a ciertas características esenciales del lugar en el que estamos, o características simbólicas que han determinado concepciones del mundo tan antiguas, que se nos ha olvidado que estaban ahí, pero que siguen trabajando en algún sitio de la mentalidad colectiva.

Cuando los españoles llegaron a México, todos los lugares tenían nombre. Tenían nombre las ciudades y los pueblos, las montañas, los ríos, los valles, y hasta los desiertos y las cuevas desocupadas tenían nombre, y esos nombres habían resonado y se habían transformado en la geografía desde hacía miles de años.

El lugar donde hoy se encuentra la ciudad de Puebla, especialmente su centro histórico, estaba vacío de gente pero también tenía nombre. Mientras que muy cerca de aquí se levantaba la ciudad de Cholula, con sus templos y sus suburbios, el valle de Puebla era un tranquilo paisaje silvestre atravesado por un río menor, afluente del Atoyac. El poblado más cercano estaba en el cerro de Amalucan, donde hoy todavía hay una pequeña pirámide y un juego de pelota (cerrados al público).

El nombre antiguo de este valle natural era “Cuetlaxcoapan” que significa “Lugar donde las serpientes cambian de piel”. Los nombres indígenas tiene el carácter especial de hacer referencia, simultáneamente, a características físicas y a características simbólicas de los seres y los lugares. Es posible pensar que el valle de Puebla, en la antigüedad, estuviese poblado de serpientes, aunque hoy en día en la ciudad no es nada fácil encontrarse con alguna (fuera quizá de algunos personajes más bien humanos que reptiles). Hay quienes suponen que la abundancia de rocas en el valle era un motivo por el cual las serpientes venían a cambiar su piel aquí. Pero el significado literal del antiguo nombre de Puebla puede desviarnos de otros significados más sutiles, aunque más reales.

Primero que nada, debemos explicar que la serpiente no tenía un significado negativo entre los antiguos indígenas. Fuera de la cultura cristiana, de hecho, la serpiente pocas veces reviste de aspectos negativos para los pueblos antiguos. Generalmente asociada al poder y a la inteligencia, la serpiente era adorada en el México Antiguo como fuente de fertilidad y renovación. Era imagen del dios Quetzalcóatl en contacto con la tierra sagrada.

Al nombrar “Lugar donde las serpientes cambian de piel” al Valle de Puebla, los antiguos indígenas destacaron el hecho de que el sitio era especialmente fértil, propicio a la creación y  la renovación espiritual.  Y, en realidad, han sido la agricultura, la industria y el culto religioso los tres principales aspectos sobre los que descansa la importancia de Puebla en el país.

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