Una de las preguntas más frecuentes entre los visitantes de la ciudad es: ¿por qué en Puebla hay tantas Iglesias? La verdad es que, en el centro histórico, donde las calles son perfectamente rectas y puede verse desde un extremo a otro a lo largo de varios kilómetros, la vista se topa con decenas de cúpulas y campanarios. Entre Puebla y Cholula constituyen la zona con mayor número de monumentos religiosos del país; según la leyenda, tan sólo en Cholula habría 365 iglesias, una para cada día del año, cifra que quizá es un poco exagerada: la Arquidiócesis reporta una cifra de 283 parroquias para la región, sin contar templos menores, capillas, y otros edificios religiosos en ruinas que todavía persisten como hermosos monumentos en el centro de pueblos y pequeñas villas.
Aunque hoy en día existen otros cultos minoritarios en el estado, la abrumadora mayoría de este patrimonio religioso pertenece al culto católico y se explica, primero, a partir de la importancia simbólica de la región durante la época prehispánica, con Cholula a la cabeza. Se dice que, cuando Cortés observó el gran número de templos de la ciudad sagrada, se propuso construir encima de cada uno de ellos un templo cristiano.
En efecto, existía una fuerte necesidad por parte de los españoles por “equilibrar las fuerzas” con el patrimonio religioso que los indígenas habían elaborado ininterrumpidamente desde hacía dos mil años en la región. Cada uno de los cultos a los diversos dioses fue cubierto por el culto a los santos, las advocaciones marianas y los episodios de la vida de Cristo.
Por otra parte, conforme el experimento utópico de la ciudad de Puebla demostró gran éxito y pronto prosperó como una de las ciudades más ricas del país, se hizo necesario mantener ocupada a la población, a la vez que fomentar las actividades religiosas que sirvieran como regulación de las otras actividades de una índole seglar. Así, surgieron numerosos conventos encargados de trabajar las tierras en comunidad, distribuir el agua a la población local, ofrecer un modo de vida alternativo a aquellos habitantes que no recibirían grandes herencias o, en el caso de las mujeres, de aquellas mujeres que no estaban casadas.
Finalmente, la concentración de riqueza entre determinadas comunidades y oficios trajo consigo una productiva competición para ver quién hacía la capilla o el templo más ostentoso, o quien era el más generoso al momento de fundar un convento. Puebla, habitada principalmente por españoles, se volvió un reflejo de las aspiraciones de la Monarquía Española para con sus súbditos: mantener un espíritu altamente católico, contrarreformista (puesto que se trataba de disminuir o erradicar la influencia de la Reforma protestante), de carácter popular, donde la doctrina estuviese presente en una población mayoritariamente analfabeta, a través de obras visuales tales como pinturas, retablos, esculturas y espacios arquitectónicos.
Para el interesado en conocer el patrimonio religioso de la ciudad a detalle, el gobierno del estado ha puesto a disposición del público en general una guía que contempla diversos recorridos por los templos de la ciudad, analizando sus obras más importantes y los simbolismos asociados a ellas.