¿Por qué Se Fundó la Ciudad de Puebla?

Todas las grandes fundaciones requieren de un mito que, por esta razón, se llama “Mito fundacional”, y que sirve como base para fijar la importancia simbólica de una costumbre o un lugar en la memoria de sus ocupantes. La ciudad de Puebla no es la excepción. En el escudo de la ciudad, cedido por el emperador Carlos V en 1538, aparece la prefiguración de su leyenda: dos ángeles suspendidos en el cielo sujetan las cinco torres doradas de una ciudad colocada sobre un prado, a orillas de un río.

De acuerdo con la leyenda, auténtico mito fundacional de la ciudad, fray Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, tuvo en cierta ocasión un sueño donde veía que, en medio de un valle idílico, ángeles del cielo trazaban una ciudad perfectamente diseñada, con ayuda de hilos dorados. Después de un viaje por los territorios de su obispado, descubrió el valle de Puebla, conocido entre los indígenas como Cuetlaxcoapan, y se dio cuenta de que aquel era el valle de sus sueños, por lo que se dispuso de inmediato a la fundación de la ciudad, la cual ocurrió el 16 de abril de 1531.

Así suele resumirse de manera ideal y pintoresca una historia más bien accidentada, repleta de negativas, problemas, contradicciones e intereses particulares. Sin embargo, antes de explicar brevemente en qué consistieron estas dificultades iniciales, habría que explicar cuáles fueron las razones verdaderas para fundar la primera ciudad construida deliberadamente por los colonos españoles en México.

La primera razón y la más conocida tiene que ver con la necesidad de establecer una población a medio camino entre la capital del país y el Puerto de la Vera Cruz, a donde llegaban y de donde salían los barcos hacia España. Aunque la ciudad de Tlaxcala estaba más o menos en esa posición, presentaba dos grandes problemas por los cuales no podía ser elegida como intermediaria: el primero tenía que ver con los privilegios de sus indígenas, quienes en teoría eran los dueños exclusivos de aquellas tierras sin intervención de los españoles; el segundo problema tiene que ver precisamente con esos privilegios: no era posible que una ciudad indígena ya privilegiada, tuviera la suerte adicional de ser la ciudad mediadora entre la capital y el principal puerto del país. Aquello, además, era peligroso para los intereses españoles.

Había otra ciudad indígena intermedia: la devastada Cholula. Pero Cholula tenía una importancia simbólica excepcional y era necesario, precisamente, retirar aquel prestigio religioso de ahí. Aquí surge una segunda razón: la nueva ciudad debía representar precisamente los ideales religiosos de los nuevos colonos españoles, su piedad, su devoción, el poder de la Iglesia.

Finalmente, pero no menos importante, el tercer motivo estaba relacionado con la necesidad de repartir tierras de labranza entre los inmigrantes españoles que, por no haber participado en el proceso de conquista (y de los botines posteriores) no poseían patrimonio propio, y vivían vagabundeando en la pobreza, invadiendo y explotando a los indígenas locales.

En aquel entonces, el valle de Puebla estaba vacío y un afluente del río Atoyac lo atravesaba, brindando agua suficiente para las necesidades de una población pequeña. Hoy, en el lugar de aquel río se encuentra el Boulevard Héroes del 5 de Mayo.

Aunque la idea original era un asentamiento humilde para españoles campesinos, con el tiempo, el proyecto se volvió más ambicioso. Parece ser que el obispo a quien la leyenda atribuye la fundación, Fray Julián Garcés, incluso estuvo en contra de los grandes planes de desarrollo de la ciudad que, unos veinte años después, había sido ya destruida tres veces, y construida nuevamente.

Otro dato interesante tiene que ver con el nombre de la ciudad. El nombre original de la ciudad, Puebla de los Ángeles, se compone de dos partes: la primera, Puebla, tal como su nombre lo dice, significa pueblo, población, villa. También, es un tiempo verbal, que viene del comando para “poblar”. Tal uso es muy antiguo, y está muy extendido todavía en España para localidades pequeñas, como La Puebla de Alfindén, La Puebla de los Infantes, La Puebla de Labarca, etc.

“Los Ángeles” hace alusión a la leyenda de su fundación, y a una segunda leyenda, según la cual los ángeles levantaron la Campana Mayor de la Catedral desde el piso, hasta su sitio en el campanario. Folclórica forma de decir, por supuesto, que el esfuerzo de los indígenas que subieron una campana tan pesada debió ser enorme y costoso.

Con el tiempo prevaleció el nombre de Puebla por encima del de Los Ángeles. Después de todo, Puebla era solamente un título de población, mientras que Los Ángeles era el nombre principal: a pesar de los esfuerzos de frailes y autoridades civiles, la población general terminó por llamarla simplemente “Puebla” y así, con este nombre, trascendió en la historia al punto de que hoy en día “Los Ángeles” está en desuso oficialmente, mientras que el nombre de la ciudad se ha convertido en Heroica Puebla de Zaragoza.

(Algunos alcaldes han intentado devolver a la ciudad su antiguo nombre, pero tales propuestas, debido a su tinte religioso, no han estado exentas de polémica)

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